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Thursday, May 05, 2011

Enfrentando el temor: sobre la violencia en México


Por Erandi Villavicencio
(Publicado en http://www.cleta.org/2011/05/04/el-machete-no-208/)

Primera esfera

El retrato de la araña sobre el hombro de un joven, esconde un secreto por descubrir aquí.

Las fobias, los temores, el miedo, no siempre provienen de una falta de voluntad personal, puede también ser parte de la transmisión histórica de generaciones sojuzgadas una y otra vez. El temor infundado en la implantación de autoridades violentas, es parte del juego que los aparatos culturales y mediáticos de los gobiernos afines al capitalismo han sabido utilizar para hacer prevalecer la guerra y un estado de shock continuo.

Por ejemplo, la imposición violenta de la autoridad religiosa que denostaba las antiguas creencias de los pobladores del territorio que habitamos, haciendo legítimo el uso de la fuerza para “respetar” a los administradores y la nueva estructura social de la conquista española sobre los indígenas. Para controlar la riqueza, los capataces se usaron para aniquilar peones, la religión para aceptar lo adverso, la educación se negó para todos los desposeídos y se erradicaron otras formas de vida. Los caudillos surgieron como otra forma violenta para usurpar el poder a los usurpadores, pero la estructura social de terratenientes, estado, iglesia y masas desposeídas ya se articulaba bajo el hilo común de la violencia social, económica, política y cultural.

En la Revolución Mexicana todos los derechos sociales quedaron resguardados en la Constitución, pero la larga lista de gobernantes corruptos, vicios socioculturales y corrientes políticas neoliberales, han amenazado de muerte si exigimos lo ganado: no más contratos, no más prestaciones, no más estado benefactor, no más socialismos. La violencia económica del capitalismo, sustentado en el lucro como razón de ser de la sociedad humana, se repite para obtener beneficios por sobre cualquier inversión, atesorando ganancias sobre ganancias, vidas sobre vidas, muertes para la nada. Esta falta de participación sobre cómo invertir los excedentes de la sociedad ha convertido a los gobernantes en los administradores de nuestra vida, conciencia y palabra.

Por ello aludimos a que el capitalismo es el modo de distribuir las principales funciones de cada clase: unos invierten, los demás trabajan; unos acumulan, los demás producen; unos saborean del placer que les da la riqueza, los otros se duelen en la aceptación innegable que les da la miseria. La información cultural y la formación educativa han servido para legitimar la propiedad privada de los medios de producción. Los problemas de vivienda, de salud, de alimentación, separación afectiva de la familia y la sociedad, la crisis de nuestra identidad, la migración, la corrupción, la compraventa de justicia, entre otras como el desempleo exacerbado, deja de sorprendernos y se convierte en rutina, en cómoda cotidianidad de no ver y “no pensar en problemas”. ¡Puros problemas! pensar que si el salario no alcanza para comprar los alimentos básicos, que si no me dieron seguro social, que si el contrato se vence cada tres meses, que si los hijos no tienen acceso a la educación, etc., etc. “Pero no queda de otra, hay que echarle ganas.” ¿Ganas a qué? ¿A la violencia?

Toda esta esfera corresponde al campo de lo aceptado ¿Será que estamos enfrentando la fobia de quedar descubiertos como pobres y oprimidos, de clase obrera, lejos de lo que quisiéramos aparentar?, ¿O es temor a la autoridad que históricamente nos ha violentado?

Si la supuesta imagen de un México “mejor” fuera una pintura, se verían grandes edificios que se disputan el espacio con máquinas incansables y sujetos desechables de la historia, deambulando por las calles pidiendo empleo, atención o limosna; otros asaltando bancos, acosando muchachitas, robando bolsas, aceptando mordidas, prostituyéndose, buscando trabajo, eliminados de la educación, comprando la nota roja, fumando cocaína, vendiendo permisos, cobrando cuotas ilegales, en fin, un dulce paisaje de nuestra gran llegada al “progreso”.

Esta violencia cotidiana se ha naturalizado, no asume el shock de la vejación a todos los derechos humanos, civiles y sociales que implica vivir en un mundo donde lo que importa es la ganancia y no la vida.

La crisis política en México, la narco política, la supuesta transición a la democracia después de un partido hegemónico corrupto y silencioso del crimen de la violencia histórica, siguen dejando como carne de cañón a los execrables, los excluidos, los “nadies”: los indígenas de Acteal, los jóvenes de Tijuana o las mujeres de Ciudad Juárez, todos lo ninis, y los pobres que lo son por “flojos”.

Este sistema que legitima la violencia de la autoridad legítima decide quién es criminal, quién puede controlarlo todo, incluso el comercio ilegal, el lavado de dinero, la venta de drogas y la permisividad de sus precios que se abaratan para los millones de adictos cuando se requiere vender la mercancía.

Segunda esfera

El capitalismo subterráneo, una segunda esfera abajo o arriba de la primera, no importa, es un campo de experiencias donde se comunican los narcotraficantes, los proxenetas, los gobernadores corruptos, los funcionarios implicados, los empresarios, los lavadores de dinero, secuestradores, traficantes, y todos acumuladores de ganancias sobre ganancias. Es una lógica exactamente igual a la del “capitalismo aceptado”: unos dominan y otros obedecen sin chistar, pero en un espacio que no se ve… se susurra.

Esta esfera es la fuente mágica de los 40,000 ejecutados, torturados, asesinados, muertos que México carga al término de ésta década. Son los encargados de expresar la violencia tal y como supuestamente, no lo hace la violencia de la primera esfera, donde el hambre y la miseria es aceptada, en esta otra esfera se descubre cínicamente lo ocultado: la ambición, la barbarie de la autoridad violenta, la explotación de humanos sobre humanos.

Esta capa subterránea del capitalismo es el resultado de la violencia primera, la violencia fundadora de nuestra patria (el sacrificio indígena, la violencia religiosa, la normalización de la dominación con la educación dominadora) y por otro lado, la violencia que preserva a los poderosos en su asiento, aunque se intercambien las sillas a las que el pueblo ofrece su lealtad, consolidan su policía ejecutora en contra de cualquier revolución o cambio estructural.

Diferenciar a los inocentes de los culpables: tarea de las televisoras.

Esta ‘globalización subterránea’ donde no hay fronteras para el libre comercio de las drogas y de las armas, así como del comercio “formal”, cuenta con una circulación de mercancías y de dinero necesario para las instituciones reguladoras de los precios: productoras de drogas, secuestros, mafias, prostitución, pornografía y se articula con el egoísmo de cada ciudadano, en su placer consumista, alentando a imitar a los ricos en su opulencia, aunque en esencia, la clase obrera nunca pierda su calidad de esclava.

En los lugares más pobres los actores de esta guerra económica “ilegal” son los que ‘valen menos que la bala que los mata’, los mismos que al ir a trabajar compran la nota roja y las fotos de mujeres que atraen al delirio extremo, contrapuesto a lo doloroso: el placer exacerbado. “Sólo para ti, sólo para ti” dice la chica, por tres pesos “sólo para ti”, al lado del encabezado: van 140 muertos en Tamaulipas. El shock inmoviliza y nos toman por los instintos sexuales, serenando cualquier pulsión de actuar en contra de la violencia “normal”, aceptándola o morir en ella.

Los perseguidos, los ejecutados, son culpables de haber despojado a otros, aunque ellos hayan sido desposeídos desde nacimiento por un sistema de mala redistribución de la riqueza y recursos, víctimas de la exclusión de derechos y de posibilidades de transformación social.

A los muertos por ejecución no se les espiritualiza, no se les rinde culto pues murieron sólo para sí mismos, por distraídos, se les envía a las fosas como si no hubieran sido parte de nuestra comunidad histórica. Para las televisoras, todos ellos son culpables por haber intentado ser ricos, con formas violentas. Los medios de comunicación impulsan cada vez más la idea de que los inocentes son los sumisos, los agachados, manteniendo así el orden de las clases sociales.

No murió por los otros, aunque de hecho murió por los desechos de los otros, de las flaquezas de los corruptos y los egoístas, de todos los que no nos preocupamos por nuestro presente, por todos los que dejamos pasar el shock de la vejación a los derechos humanos como normal, y la acumulación de las riquezas y recursos nacionales, en pocas manos.

El gobierno neoliberal de “transición democrática”, por su parte, asume ser el delegado de todos los poderes de la nación; esto es, de controlar y ordenar derechos, generar leyes y control, administrar las inversiones de capital, dejando hacer, dejando pasar. Este gobierno no es núcleo de la sociedad sino su opresor, una autoridad legalizada violentamente que usa el poder político sin seguir principios generados de la voluntad popular. La voluntad popular está pasmada.

“El fin mismo de la llamada guerra parece ser el mantenerla”.

Nos dice el filósofo Cuauhtémoc Medina sobre la “guerra contra el narco”: “Su saldo efectivo es haber hecho crecer, en torno a la prohibición, un mercado cada vez más extendido, con ‘sustancias prohibidas’ cada vez más baratas, y, eso sí, una interminable montaña de muertos.” “La ‘guerra contra las drogas’ tanto como la ‘guerra contra el terror’, la contención de los inmigrantes, el manejo de las pandemias, e incluso la batalla contra el calentamiento global, son modelos de la ‘guerra perpetua’. […] transitamos hacia una administración que asegura la inmortalidad del capitalismo y la democracia con guerras sin tregua ni victoria. El escándalo del cuerpo social, no debe permitirnos contemplar el caudal de violencia bajo la asepsia del distanciamiento. Es más apropiado ahondar en el shock, mancharnos del dolor, aspirar sin saber cómo fundar una política del malestar, porque de otro modo corremos el riesgo de disponernos a la interpelación de un nuevo orden fundado en el miedo y la cruzada infinita.” (Medina, 2008)

Tercera esfera

El secreto de la imagen del joven con la araña en el hombro es, que es un tatuaje. La araña es una ficción, un dibujo que hace temer. Así es esta guerra, es una creación dibujada por los poderes manipuladores, como el panismo calderonista, las mafias priístas y cómplices de todos los partidos, Televisa y Televisión Azteca, y todos los ricos detrás del poder, para hacernos temer y alabar “la democracia” de “elegir” la “lucha contra la violencia” y al capitalismo. Es un dibujo que hemos decidido convertir como sociedad callada en una realidad que nos atormenta.

La tercera esfera corresponde al ámbito de las múltiples posibilidades, de la creatividad del pueblo en su lucha por la sobrevivencia no sólo como cuerpos necesitados de alimento, vestido y techo, también como cuerpos sintientes, racionales, existenciales. La vida no sólo es el cuerpo vulnerable a las balas, es también la dignidad y el respeto, los sentimientos y las posibilidades de vivir un plan de vida, una forma de vida llena de tradiciones o de acuerdo a las modas. Es esa inmensa posibilidad de estar vivos como seres humanos, y todo ello vale para cualquier ser humano, sobre todo en los que reivindicamos la igualdad.

El aparato estatal y mediático ha logrado condicionar a millones de personas alrededor del mundo a valorar a las fantásticas identidades de los reyes, los ricos y los famosos frente a identidades concretas pero inferiores: los migrantes, las mujeres, los pobres… Esta violencia política-estatal y cultural-mediática decide quiénes son los desechables: los terroristas, los narcos, los pandilleros.

Todo esto nos recuerda a Franz Fanon cuando llamaba a los africanos a liberarse de la cultura impuesta por los europeos, que les hacía desear ser como los dominadores y comenzaban a desechar lo propio, a odiarse a sí mismos. Frente a esto, decía Fanon, no hay sino una sola salida: otra violencia contracultural, una conciencia de la liberación más fuerte que la de opresión. Sobre este tema fundamental se han derivado largas y exhaustivas teorías y prácticas críticas alrededor del mundo, sobre los modos en que se determina la conciencia desde los sistemas de opresión, pero también desde los usos del poder dominador diseminados en todas las áreas en las que se desenvuelve la humanidad.

Ernesto Che Guevara, frente a este dilema ético que considera que para defender la vida tenía que matar vidas, explicaba que su lucha se fundamentada en el amor, no era por odio a los hombres que ejercían la dominación, era sobre todo al sistema que regeneraban por esta ejercicio.

Al final toda la violencia resignifica una cultura basada en la idea de la muerte (corporal, política, económica), y que para los mexicanos se regenera desde la dominación española y el genocidio indígena-cosmogónico, la posesión y acumulación de las riquezas y los recursos en otras manos que no las del pueblo, desde el machismo y el aberrante fenómeno de los feminicidios en la actualidad, el crimen nacido desde la pobreza y la criminalización del pobre, el moreno, el negro…, los éxodos debidos a la exclusión y la miseria, la impotencia causada por el sistema cultural que fomenta la ignorancia. Pero sobre todo el mal uso de las instituciones para sostener que estamos en un mundo de terror donde sólo los grandes aparatos estatales pueden funcionar como defensores.

La pregunta sigue siendo ¿Entonces qué hacemos? Si el aparato estatal sólo sirve para regenerar la violencia ¿No tomemos el poder como pueblo? ¿Las élites se irán por sí solas? ¿Seguiremos contemplando como las élites económicas y políticas se pasan la banda presidencial y los recursos y las riquezas nacionales? Si el Estado no es la solución ¿la sociedad que responsabilidades tiene? Yo como “individuo” ¿Qué hábitos me hacen considerarme violento pero al mismo tiempo que hábitos me permiten ser solidario, no buscar el éxito personal que genera pobreza a otros? ¿Estoy dispuesto a sacrificar comodidad por el interés social de erradicar una cultura basada en la violencia, el hermetismo, el poder para la dominación? ¿Soy capaz de expandir mi cuerpo sintiente y existente a un cuerpo conformado por muchos individuos más? ¿Las organizaciones críticas y dispuestas a dar la lucha están dispuestas a unirse ante lo que se puede por lo menos, y dejar de lado todo lo que se quiere? ¿Qué hacemos política, artística, pedagógicamente…?

El ser humano cuando despierta irrumpe con un diálogo interno basado en prejuicios, modas, egoísmos, soberbia, para silenciarse y escuchar, otras formas de vida, nuevas y críticas, espacios liberados, arte colectivizado, comunidades que no existen y que uno mismo puede formar. En fin los caminos están por descubrirse, lo que sí es que sólo en la medida en que nos miremos como comunidad histórica, podremos recordar que el suelo de nuestra patria se sedimenta sobre lo hecho y lo no hecho.

Wednesday, May 04, 2011

Fragmento de la Carta a Jamaica de Simón Bolívar. (Mejor que Nostradamus)


Pienso como usted que causas individuales pueden producir resultados generales, sobre todo en las revoluciones. Pero no es el héroe, gran profeta, o dios del Anáhuac, Quetzalcoatl, el que es capaz de operar los prodigiosos beneficios que usted propone. Este personaje es apenas conocido del pueblo mexicano y no ventajosamente; porque tal es la suerte de los vencidos aunque sean dioses. Sólo los historiadores y literatos se han ocupado cuidadosamente en investigar su origen, verdadera o falsa misión, sus profecías y el término de su carrera. Se disputa si fue un apóstol de Cristo o bien pagano. Unos suponen que su nombre quiere decir Santo Tomás; otros que Culebra Emplumajada; y otros dicen que es el famoso profeta de Yucatán, Chilan-Cambal. En una palabra, los más de los autores mexicanos, polémicos e historiadores profanos, han tratado con más o menos extensión la cuestión sobre el verdadero carácter de Quetzalcoatl. El hecho es, según dice Acosta, que él establece una religión, cuyos ritos, dogmas y misterios tenían una admirable afinidad con la de Jesús, y que quizás es la más semejante a ella. No obstante esto, muchos escritores católicos han procurado alejar la idea de que este profeta fuese verdadero, sin querer reconocer en él a un Santo Tomás como lo afirman otros célebres autores. La opinión general es que Quetzalcoatl es un legislador divino entre los pueblos paganos de Anáhuac, del cual era lugarteniente el gran Moctezuma, derivando de él su autoridad. De aquí que se infiere que nuestros mexicanos no seguirían al gentil Quetzalcoatl, aunque apareciese bajo las formas más idénticas y favorables, pues que profesan una religión la más intolerante y exclusiva de las otras.

Felizmente los directores de la independencia de México se han aprovechado del fanatismo con el mejor acierto proclamando a la famosa Virgen de Guadalupe por reina de los patriotas, invocándola en todos los casos arduos y llevándola en sus banderas. Con esto, el entusiasmo político ha formado una mezcla con la religión que ha producido un fervor vehemente por la sagrada causa de la libertad. La veneración de esta imagen en México es superior a la más exaltada que pudiera inspirar el más diestro profeta.

Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. Sin embargo, nuestra división no es extraña, porque tal es el distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre dos partidos: conservadores y reformadores. Los primeros son, por lo común, más numerosos, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia a las potestades establecidas; los últimos son siempre menos numerosos aunque más vehementes e ilustrados. De este modo la masa física se equilibra con la fuerza moral, y la contienda se prolonga, siendo sus resultados muy inciertos. Por fortuna entre nosotros, la masa ha seguido a la inteligencia.

Yo diré a usted lo que puede ponernos en aptitud de expulsar a los españoles, y de fundar un gobierno libre. Es la unión, ciertamente; mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos. América está encontrada entre sí, porque se halla abandonada de todas las naciones, aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas ni auxilios militares y combatida por España que posee más elementos para la guerra, que cuantos furtivamente podemos adquirir.

Cuando los sucesos no están asegurados, cuando el Estado es débil, y cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan; las opiniones se dividen, las pasiones las agitan y los enemigos las animan para triunfar por este fácil medio. Luego que seamos fuertes, bajo los auspicios de una nación liberal que nos preste su protección, se nos verá de acuerdo cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la gloria; entonces seguiremos la marcha majestuosa hacia las grandes prosperidades a que está destinada la América meridional; entonces las ciencias y las artes que nacieron en el Oriente y han ilustrado a Europa, volarán a Colombia libre que las convidará con un asilo.

Tales son, señor, las observaciones y pensamientos que tengo el honor de someter a usted para que los rectifique o deseche según su mérito; suplicándole se persuada que me he atrevido a exponerlos, más por no ser descortés, que porque me crea capaz de ilustrar a usted en la materia.

Soy de usted, etc., etc.

Simón Bolívar

Kingston, 6 de septiembre de 1815